Hurgando en los recuerdos de la infancia es cuando se encuentran los fragmentos que con la mirada del tiempo y la visión de un alerce se entienden como partes de una vocación.
Dejando de lado los dibujos con que el estudiante llena sus cuadernos en vez de materia -aquellos molestos dibujitos donde sus compañeros y profesores se transforman en personajes con nombres nuevos y características deformadas y amplificadas-, el pre adolescente contempla desde el banco lo que pasa en las afueras del aula y se lo narra en tercera persona.
El entorno le ha enseñado que este tipo de pensamiento y actitudes son, por alguna razón, malas, y guarda en un bolsillo las alas junto con sus colores y delirios durante un rato. Sin embargo la imaginación es más fuerte; su mente tramposa haya la forma de volver con más fuerza a encontrar formas abstractas en los árboles o en las nubes, un mero aperitivo para lo que vendría después.
Consciente del piensa-crimen, el aeronauta trata de pasar desapercibido, mirar fijamente el verde y blanco, el blanco, el nombre de la profesora.
"No te distraigas"
Su diestra cómplice registra algunos recuerdos de sus visiones en desorden, los cuales serían borrados por venguenza, culpabilidad o algún otro sentimiento vil.
Para no llamar la atención de los compañeros basta una broma, un papel bien tirado o un chiste fome.
"Muñoz, salga de la sala"
La llamada de atención llena un espacio en la abultada hoja de vida. El castigo no puede ser mejor que irse a la biblioteca a leer Conan Doyle o Julio Verne, aprender de sexualidad con Masters & Jonhson o la biología de Villee y correr por los pasillos.
En algún cajón perdido guardan polvo historietas que son testigos de transgresiones parecidas, pero en los cuadernos sólo quedaron espacios vacíos.
Dejando de lado los dibujos con que el estudiante llena sus cuadernos en vez de materia -aquellos molestos dibujitos donde sus compañeros y profesores se transforman en personajes con nombres nuevos y características deformadas y amplificadas-, el pre adolescente contempla desde el banco lo que pasa en las afueras del aula y se lo narra en tercera persona.
El entorno le ha enseñado que este tipo de pensamiento y actitudes son, por alguna razón, malas, y guarda en un bolsillo las alas junto con sus colores y delirios durante un rato. Sin embargo la imaginación es más fuerte; su mente tramposa haya la forma de volver con más fuerza a encontrar formas abstractas en los árboles o en las nubes, un mero aperitivo para lo que vendría después.
Consciente del piensa-crimen, el aeronauta trata de pasar desapercibido, mirar fijamente el verde y blanco, el blanco, el nombre de la profesora.
"No te distraigas"
Su diestra cómplice registra algunos recuerdos de sus visiones en desorden, los cuales serían borrados por venguenza, culpabilidad o algún otro sentimiento vil.
Para no llamar la atención de los compañeros basta una broma, un papel bien tirado o un chiste fome.
"Muñoz, salga de la sala"
La llamada de atención llena un espacio en la abultada hoja de vida. El castigo no puede ser mejor que irse a la biblioteca a leer Conan Doyle o Julio Verne, aprender de sexualidad con Masters & Jonhson o la biología de Villee y correr por los pasillos.
En algún cajón perdido guardan polvo historietas que son testigos de transgresiones parecidas, pero en los cuadernos sólo quedaron espacios vacíos.
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