viernes, 14 de diciembre de 2007

Hüzün

Amargura. Pamuk describe con esa palabra el sentimiento que radica en su país y en los estambulíes.
Camino por las calles de santiago y veo una expresión amarga y severa en los capitalinos mientras me doy cuenta que esbozo en mi rostro una leve sonrisa... ¿cuánto se demora una persona en adaptarse a esa amargura santiaguina? ¿es necesario vivir con esa gravedad y cargar la cotidianidad como una cruz anclada al asfalto?

La ciudad es una fiesta en primavera: el ruido de los motores y el caos de sus arterias bombeando furiosos pilotos con sus naves, las mujeres con insinuantes escotes y coquetas miradas dejan ver sus poco originales tatuajes al sol cancerígeno, los viejos con sus hermosas arrugas (grietas faciales que son como anillos temporales, creo que cada una de ellas debe tener su fascinante historia), la arquitectura de la ciudad que es la verdadera silueta de santiago y que permite juguetear con su sombra...

Con razón uno disfruta. Me pregunto qué hizo al resto obviar lo que tiene a su alrededor (eso que he omitido en gran parte lo más bello).

¿Qué dice el lector?

1 comentario:

Anónimo dijo...

LLegue el 99 a Santiago, y a pesar del gris, el smog y la mala onda esta es una gran ciudad. Habemos varios q andamos esbozando sonrisas y observando, montados en nuestras bicicletas o caminando, la variable arquitectonica llena de atmosferas.